CRISIS

Como bien dice el título, este capítulo va de las distintas crisis que pueden tener vuestros gatitos como consecuencia de la diabetes.

HIPOGLUCEMIAS

En lo que respecta a mi gato, desde que le diagnosticaron la diabetes, ha tenido algunas hipoglucemias, que por suerte hemos podido controlar a base de darle azúcar hasta notar que se regulaba.

Hace poco, sin embargo, estuvo nuevamente al borde de la muerte, cuando de pronto comenzó a vomitar al mismo tiempo que defecó en medio del salón. Tras lo cual, comenzó a caminar tambaleándose y chocándose contra todo lo que se encontraba a su paso. Enseguida reconocí que estaba sufriendo una nueva hipoglucemia para lo cual comencé a darle azúcar. Sin embargo, esta vez por mucho azúcar que le daba, no parecía notársele ninguna mejoría. Fue en ese momento cuando comencé a asustarme de verdad. Insistí con el azúcar pero esta vez, en vez de metérselo con agua, le puse las bolsas de azúcar directamente en la boca. Tras algunos minutos de pura angustia, Dunkel dejó de mover la cabeza de un lado al otro y comenzó a caminar sin tambalearse. Por fin se le había pasado y volvía a comportarse de forma normal. 

Al cabo de dos horas, comenzó a vomitar de nuevo y tuvo una diarrea de caballo. De hecho, cuando fui a la cocina a por el cubo de la fregona y vi que la mitad del suelo estaba cubierto de materia fecal no me podía creer que todo eso hubiera salido de un animal tan pequeño. Los nervios se apoderaron de mí en ese instante. Algo muy malo le estaba sucediendo a mi gatito, que seguía vomitando sin parar. Sus patas y toda su parte delantera estaba totalmente cubierta de vómito y heces pero cuando acabó de vomitar lo cogí en mis brazos y lo acaricié pensando que se estaba muriendo porque el pobrecito estaba totalmente desmadejado. Realmente pensé que estaba viviendo sus últimos momentos de vida. En mis brazos, sus patas quedaron colgando, al igual que su cabeza. Yo continuaba hablándole y acariciándole, prácticamente despidiéndome de él. Así lo tuve unos 45 minutos. Pasado este tiempo, mi gatito comenzó a reaccionar, se puso en pie y comenzó a caminar por si mismo. Increíble. Caminó un poco y de nuevo se desmadejó sobre el suelo en una extraña postura. Yo continué acariciándolo y hablándolo para que no se sintiera solo y nuevamente a los pocos minutos comenzó a caminar despacito. 

Yo seguía pensando que no iba a sobrevivir esa noche y aunque eran las 3:30 de la mañana, ahí estaba yo haciendo compañía a mi gatito. Bueno, finalmente mi gato sobrevivió a aquella noche pero nos esperaba otra "tortura": dejó de comer.

MI GATO NO COME

Tras aquel día dejó de comer de todo. Ya no quería ni la comida seca, ni el paté. Solo comía unas barritas que yo de daba a modo de "chuche" por las mañanas, pero eso no era suficiente para alimentarlo. 

Comenzó a perder peso y de 4kg600gr que sería su peso normal, se quedó en 4,100 kg. Estaba en los huesos.

Me informé en internet y descubrí que en estos casos hay una comida muy nutritiva que sirve tanto para perros como para gatos. Es de la marca Hills y se llama A/D. 

Este tipo de alimento contiene 156 gr y está recomendada para perros o gatos que acaban de pasar por una operación y se están recuperando.

Contienen una gran cantidad de proteínas y ayudan a reforzar el sistema inmunológico. Además contienen un nivel extra de calorías que ayudan en su recuperación.

Es muy fácil de comer ya que tiene una textura suave, tipo mousse.

Bueno pues le compramos dos latas y las devoró. Tan contentos estábamos que le compramos más pero estas al final me dijo mi gato que me las comiera yo. Asi que las últimas latas fueron a la basura porque ya se resecaban en su platito.

Comenzamos a comprarle todo tipo de comida seca, ya sin tener en cuenta su diabetes porque lo único que queríamos era que comiera. También probamos con todo tipo de patés, los cuales les gustaban solo la primera vez porque las segundas veces ya me decía que me las tomara yo y acaban en la basura.

Finalmente, muy a nuestro pesar decidimos llevarlo a una clínica veterinaria para que nos dijeran por qué no quería comer.

EN LA CLINICA VETERINARIA

Tras hacerle un chequeo y una analítica, lo primero que nos dijeron fue que su boca era desastrosa. Tenía gengivitis, infamación de las encías y los dientes tan picados que habría que quitárselos todos. Ese podría ser un motivo por el que no quería comer. ¿Solución? Pues 7 inyecciones de antibiótico.

Una vez tuvimos los resultados de su analítica, me dice la veterinaria que su nivel de azúcar está en 60, por debajo de 70 que sería el límite más bajo y que aunque no es preocupante, debería darle azúcar para subirle ese nivel.

¿Queeeee? Imposible, no puede tener 60 porque no le hemos puesto insulina desde que le dio la última hipoglucemia y de eso hace 3 días. Menos mal que no hice caso porque al día siguiente, la misma veterinaria me llamó para decirme que esos resultados eran erróneos y que su nivel de azucar en sangre era de 571. Si le hubiera hecho caso y le hubiera dado azúcar a mi gato como me indicó ella, Dunkel estaría muerto. 

Sigo diciendo que el tema de los veterinarios es un caso aparte.

Entre otras cosas, su analítica decía que tenía Insuficiencia Renal y la veterinaria me insistió en que debía ingresarlo de 3 a 5 días con suero para hidratarlo por dentro aunque muchos gatos no responden bien a esta hidratación y además lo más seguro es que hubiera que repetirlo meses después porque la insuficiencia renal suele repetirse. Nosotros nos negamos a su ingreso porque es un gato casero que de verse solo encerrado en una jaula se dejaría morir.

A los dos días lo llevamos a otra clínica para repetirle la analítica ya que no nos fiábamos mucho de que sus resultados estuvieran bien ya que la primera vez, la máquina estaba mal calibrada.

En esta otra clínica, nos dijeron lo mismo sobre su boca y también sobre la insuficiencia renal aunque algunos parámetros dieron completamente distintos a la primera analítica. Al parecer si no lo ingresábamos, mi gato moriría en pocos días. 

TRATAMIENTO

¿Y qué hicimos nosotros? A mi modo de ver, cada vez que voy a un veterinario... el tonto.

Le compramos 2 soluciones salinas para probar en casa qué tal reaccionaba el gato al ponérselas. Además nos recetaron unas pastillas para humanos que de hecho se compran en las farmacias y que también sirven para los gatos. Una de ellas llamada Pepcid era para quitarle la acidez que le producía cada vez que comía y la otra que se llama Periactin, sirve para abrirles el apetito.

Supuestamente aunque este medicamento es para humanos, en los gatos les ayuda a quitarles la acidez o ardor de estómago que le producen los alimentos.

Periactin se lo mandaron para activarle las ganas de comer. Le único que le activó fue la producción de enormes babas burbujeantes y blanquecinas que no dejaban de caerle de la boca.

Con todas estas compras nos vinimos a casa y os cuento:

Intentamos ponerle la primera solución salina. Le pinchamos la aguja en la misma zona donde se le pincha la insulina y dejamos que el líquido comenzara a entrarle mientras él estaba tranquilamente tumbado en el sillón. Al notar el líquido entrándole dentro de su cuerpo comenzó a maullar. Ese maullido se fue haciendo cada vez mas fuerte y a él se le veía inquieto. Finalmente sus maullidos se convirtieron en gritos e incluso nos atacó mientras intentábamos tranquilizarlo por lo que tuvimos que suspenderlo y no volvimos a tratar de ponérselo.

También intentamos darle las pastillas. La pastilla de Periactin le provocó tanta baba burbujeante que nos pasamos 10 minutos de reloj limpiándole las babas. Y Pepcid, pues no logramos que la tomara porque por mucho que la machacáramos, al notarla junto con el paté, escupía todo. 

Volvimos a intentar el tema de las pastillas una segunda vez pero el resultado fue el mismo. Babas instantáneas que no dejaban de caerle durante largo rato en el que él tambien se angustiaba y no dejaba de abrir y cerrar la boca.

RESULTADO DEL TRATAMIENTO

¿Resultados de nuestras compras? Todo a la basura. Decidimos no perder mas tiempo ni hacer pasar a nuestro gato por más perrerías. 

Lo único que sí ha parecido funcionar fue un antibiótico que dura 15 días que nos recomendaron en la segunda clínica que visitamos. Este antibiótico parece haberle mejorado bastante ya que al menos sin el dolor de la boca, ya puede comer hasta la comida seca. Al parecer hay que ponerle 3 dosis, o sea, una cada 15 días. 

¿Y cómo está mi gato ahora? Pues perfectamente. Lo juntamos con el gato de mis padres y comenzó a comer de repente. Corre y juega con el otro gato y si el otro se descuida se zampa la comida de los dos. Han pasado ya dos semanas desde que visitamos la última clínica veterinaria pero como explico aqui, no lo hemos ingresado ni le hemos dado más soluciones salinas.

He de decir también que ahora le compro comida seca para gatos adultos ya que es algo más blandita y con el problema dental de mi gato, se le hace más fácil de comer. No es un alimento específico para gatos diabéticos pero ahora mismo el problema que tengo que resolver es "que coma". Si su nivel de azúcar sube, ya le subiré la dosis de insulina pero por lo menos, come y de nuevo le veo feliz.

Seguiré contando cómo va su recuperación...

Después de un mes de su "caída" mi gato está perfectamente. Sigue comiendo con normalidad y hace también vida normal. Aún no ha recuperado su peso idóneo pero ya no se le notan las costillas y como digo, ahora devora el paté y come una cantidad adecuada de alimento seco. Desde luego los gatos tienen siete vidas... o más.

Pues ya han pasado 8 meses desde que nos dio el susto y mi gato continúa comportándose de forma normal. Come y bebe con normalidad, y se comporta de forma normal. Bueno, algo ha cambiado... está super ñoño, demasiado plasta diría yo, nos sigue por toda la casa y solo quiere estar encima de nosotros... ja ja ja. ¿Y dicen que los gatos son independientes?

LLEGA LO PEOR

Bueno pues mi gato fue aguantando como un campeón las consecuencias de la diabetes la cual iba deteriorándole poco a poco. 

Comenzó con vómitos esporádicos que se fueron acortando en el tiempo. A ello se le unió que se orinaba y defecaba donde le pillaba, aunque no siempre. Además, apenas comía y esta parte creo que era la más desesperante. El pobrecito acudía corriendo a la cocina en busca de comida en cuanto me veía abrir un paté pero lo olía y se marchaba. Tampoco comía mucha comida seca así que naturalmente fue perdiendo peso. Cuando acudíamos al veterinario, este solo insistía en sacrificarlo pero a nuestro entender, Dunkel no estaba sufriendo ya que a pesar de todo, él hacía su vida normal, se subía donde quería, acudía al bidet en cuanto alguien iba al baño, tomaba sus baños de sol, etc. Por lo tanto para mí el sacrificio no era una opción.

En 9 meses pasó de pesar 4,800kg a 3,100kg. 

Durante esos días en los que Dunkel parecía encontrarse peor, Misi, el gato de mis padres, fue su gran compañero. Entre ellos había una unión, comprensión y amistad que pocas veces he visto en las personas y es por ello que quiero dejar constancia de este hecho. Misi, llegaba a tumbarse al lado de Dunkel para que éste apoyara su cabecita en su lomo. 

Además eran inseparables, donde iba uno, iba el otro. Misi no dejaba a Dunkel a solas ni un momento y cuando le veía decaído le hacía mimos y le lamía la cara.

Bueno pues finalmente, a principios de junio de 2014, un año después de que me propusieran sacrificarlo por primera vez, tras tres días vomitando, Dunkel falleció. 
Misi se pasó dos días llorando la pérdida de su amigo.